Esta es, por desgracia, la última entrada
de este blog dedicada al proyecto de José Mourinho como entrenador del Real Madrid.
Aunque hace ya más de dos meses de su último partido en el Bernabéu me gustaría
hacer balance. Lo que los medios de comunicación están intentando (y
consiguiendo) es que en la memoria colectiva se recuerde a Mourinho como
alguien que llegó al Madrid poco menos que a destruirlo, que fue un fracaso
absoluto como entrenador, que su equipo no jugó bien nunca, que estamos en peor
situación que cuando él llegó, que ha dividido a la afición y la plantilla y
por tanto, será culpable de cualquier mal resultado del Madrid en el futuro.
Muchos hemos sido capaces de valorar el paso de José Mourinho por nuestro
equipo sin la tóxica influencia de la prensa, y aquí quedarán escritos sus
éxitos, para que no se nos olviden. Por supuesto que ha cometido errores
durante estos tres años, muchos, pero bastantes menos de los que se venden.
Aquí enumeraré los que para mí han sido sus logros, de los errores (los de
verdad y los de mentira) ya se ha hecho y se sigue haciendo demasiada
propaganda, no hace falta que los enumere.
1. Devolver al Real Madrid al primer
escalón del fútbol mundial. Hoy es difícil ponerse en la situación en la
que estaba nuestro equipo hace tres años, pero a mí no se me olvida la
sensación de tener miedo a un cruce contra el Olympique de Lyon o una Roma
venida a menos, y mucho menos la sensación de no ganar ninguna eliminatoria
europea durante 7 años, que se dice pronto. Ahora nos temen, antes no. Habrá
quien me diga "el Madrid siempre ha sido un grande en Europa", yo le
contesto que íbamos camino de dejar de serlo. Estábamos ya, de hecho, relegados
a un segundo plano (segundo bombo en el sorteo, no éramos cabeza de serie). Y a
nivel doméstico el Barcelona nos pisaba el cuello sin dejarnos respirar, con un
aparato mediático que hoy incluso se ha hecho más fuerte, pero al que al menos
alguien se ha enfrentado de una vez, porque hasta la llegada de Mourinho la
respuesta del Real Madrid como club no era otra que la sumisión, y muchos
tememos que vuelva a serlo ahora que no está. A mí no se me olvida que entre
2002 y 2010 lo que más celebró el madridismo a nivel europeo, casi como un
título, fue que el Inter de Mou eliminase al Barcelona y éste no pudiese ganar
la Copa de Europa en nuestro estadio. A ese nivel estábamos llegando. Ahora
llevamos tres años entre los cuatro mejores, a un paso de la gloria. Antes un
precipicio nos separaba de ella.
2. El despertar del madridismo. Ha
habido un cambio en la afición. Sí, sigue habiendo miles de mentes débiles
manipulables por la prensa que son irrecuperables y, por desgracia, acuden en
masa al Bernabéu; pero ha habido un despertar. Gran número de madridistas que
estaban mosqueados con la situación, hartos de que las decisiones del club
estuvieran directamente influenciadas por la prensa, vieron en Mourinho una
figura, una señal, para rebelarse contra las imposiciones mediáticas. Contra el
señorío y demás falacias utilizadas para dañar mediáticamente a su equipo.
Unieron fuerzas e incluso se enfrentaron a la prensa en ocasiones a través de
las redes sociales, destapando sus vergüenzas, mentiras y tirando de hemeroteca
para mostrar cómo varían sus opiniones sobre una misma acción dependiendo de
quién la haga, cómo intentan adoctrinar a esas mentes débiles que compran su
discurso. Y eso no debe morir, del paso de Mourinho por el Madrid queda la
semilla de un madridismo crítico e independiente y ahora debe seguir creciendo,
entre otras cosas defendiendo al nuevo entrenador de los ataques que seguro
recibirá cuando a Relaño, Lama o Segurola deje de interesarles que sea
entrenador del equipo. Venden que "Mourinho ha dividido al madridismo"
y eso es lo que perdurará, pero el madridismo lleva dividido más de tres años,
bastante antes de que llegase Mourinho. Dos corrientes: la que se deja
influenciar por la prensa y acepta su discurso y un madridismo más crítico e independiente,
que se opone a que As y Marca quiten y pongan entrenadores o hagan campaña
contra el jugador o entrenador que no les sigue el juego. Lo único que hizo la
figura de Mourinho fue dar fuerza a este último grupo, fue la señal, la figura
a la que agarrarse en su lucha por conseguir un Real Madrid independiente.
3. No
se sometió, no nos sometió. El Real Madrid giraba en el año 2010 en una
espiral en la que se dejaba llevar por la música de una prensa que le golpeaba
sin cesar, aletargado, sin darse cuenta de que esa música le estaba matando
lentamente. Nuestro presidente iba a hacer una entrevista al telediario de
Cuatro y la entrevista resultaba ser una vergonzosa emboscada en la que sólo
faltó que Manolo Lama insultase directamente a Florentino. El Barcelona tenía
un aparato mediático enorme, dominando no sólo las portadas de Sport y Mundo
Deportivo sino las de As y Marca, que no dudaban un segundo en agrandar la
figura de Guardiola y atizar al Madrid a la mínima ocasión. En el madridismo
existía la sensación de que nos estaban toreando, tanto mediáticamente como
institucionalmente. Los árbitros venían al Bernabéu a reírse de nosotros para
salir en el periódico al día siguiente mientras que la suerte del Barcelona era
bien distinta (no es que eso haya cambiado, precisamente). Los equipos jugaban
contra el Madrid como si se jugasen la final de la Champions y se presentaban
rendidos y con suplentes al Camp Nou. Por ahí andaba Relaño denunciando el
“Villarato”, pero más tarde demostraría que no era su guerra, porque cuando la
teoría del Villarato se opuso a su necesidad de que Mourinho abandonase el Real
Madrid la dejó a un lado, nunca más se supo. Y ya está, a los que nos
quejábamos nos tomaban por locos, llorones, la prensa de Madrid nos daba la
espalda, y lo que era más doloroso, el Real Madrid nos daba la espalda. Nadie,
absolutamente nadie, de la directiva o el cuerpo técnico levantaba la voz por
escandaloso que fuese un arbitraje en nuestra contra o uno a favor del eterno
rival. Sumisión absoluta. Hasta que llegó Mourinho, que no es ese tipo de
persona que pasa por el aro sin más. Afortunadamente. Aquella rueda de prensa
después de que Stark nos arrebatara el sueño de disputar la final de la
Champions de 2011 expulsando injustamente a Pepe y condicionando el resultado
fue el punto de inflexión. Mourinho dijo lo que casi todo el madridismo
pensaba, por fin alguien del club ponía voz a nuestro pensamiento. Aquello
acabaría costándole caro, pero es algo que quedará para siempre en la memoria
de aquellos cuyo respeto y cariño se había ganado ya y se terminó de ganar
aquella noche. No es que los arbitrajes en contra o los agravios comparativos
hayan cesado desde entonces, ni mucho menos, pero al menos durante tres años
tuvimos la sensación de que si nos toreaban al menos no nos íbamos a callar sin
más, que esa falacia del “señorío” no es poner la otra mejilla mientras todo el
mundo se ríe de ti.
4. Fin de la hegemonía del Barcelona.
Hay quien se empeña en no reconocerlo, quienes dicen que estamos igual que hace
tres años, pero no es verdad. José Mourinho cogió en 2010 un equipo
acomplejado, que llevaba casi tres años (desde el 4-1 de la 07-08) sin ganar un
partido al eterno rival, perdiendo de forma clara ante un Guardiola que nos
había cogido la medida. No en vano, el primer Clásico que disputó el Madrid de
Mou ante el Barcelona de Pep, tras apenas dos meses de competición, lo perdió
con un rotundo 5-0. El último partido de Mou en el Camp Nou con el Real Madrid
acabó 1-3, he ahí la evolución. El equipo tenía una barrera mental en sus
enfrentamientos contra el Barcelona parecida a la que tenía con los octavos de final
de la Liga de Campeones. Y ninguna de las dos está presente hoy, las hizo
desaparecer José Mourinho. Hoy Ancelotti coge un equipo que no teme al
Barcelona, un equipo que el año pasado se enfrentó seis veces al eterno rival
ganándole en cuatro de ellas, empatando en otra y perdiendo sólo una, que
además resultó intrascendente puesto que fue la ida de una Supercopa que
acabarían ganando los chicos de Mou. Si hay un equipo que teme al otro hoy el
día, es el Barcelona. Aquel complejo terminó, y sólo los madridistas que
profesen un odio profundo a José Mourinho no serán capaces de agradecerle tal
liberación.
5. Títulos. Tres títulos en tres
años, menos de los que se pudieron lograr, menos de los que el equipo
seguramente mereció, pero de nada sirve lamentarse, el fútbol no es justicia,
es meter la pelota dentro de la portería. La plantilla de estos tres últimos
años estaba capacitada para haber ganado algún título más, sin duda, y se quedó
a las puertas de varios, pero centrémonos en lo conseguido, que contextualizando,
una vez más, no es poco, ya que en tres años el Real Madrid consiguió el mismo
número de títulos que en los seis anteriores. El primer año llegó la Copa del
Rey, ¡qué bien supo aquello! Fue como una liberación. Un puñetazo encima de la
mesa. Un “se acabó vuestra fiesta tiquitaquera, hemos venido a jodérosla,
estamos de vuelta”. En Barcelona la duda era cuántos goles nos iban a meter y
el Madrid, con aquel inolvidable Pepe en el centro del campo que sacó de quicio
a todos, les descompuso el cuerpo en una gran primera parte que acabó 0-0. El
signo de estos tres años, grandes minutos del equipo en grandes partidos que
acababan sin la recompensa del gol por falta de acierto en el remate final y
luego se acababa pagando. Pero esta vez no fue así, y aquel remate de Cristiano
Ronaldo de cabeza en la prórroga quedará para la historia. De cómo días después
Stark y De Bleeckere no quisieron que la historia se repitiese mejor no hablar,
porque todos recordamos lo que pasó. El año siguiente el Real Madrid ganaría la
mejor Liga de sus 111 años de historia, la mejor desde que existe la Liga,
récord de puntos y récord de goles. Una apisonadora que dominó el campeonato de
principio a fin, un equipo sólido, vistoso y goleador. Uno de los mejores Real
Madrid de la historia, que se quedó a una tanda de penaltis de la final de una
Liga de Campeones que debió ser nuestra. El último año comenzó mal, con un
inicio titubeante de Liga pero con la bocanada de aire del que a la postre
sería el último título de la era Mou, la Supercopa de España, como no, ante el Barcelona.
El primer enfrentamiento de ida y vuelta que ganó el Madrid de Mourinho ante
ellos, el primero desde la semifinal de la Liga de Campeones de 2002. Lo que
pasó después ya se sabe y no conviene enturbiar un texto homenaje con episodios
desagradables como camas, filtraciones y traiciones. A cada cerdo le llega su
San Martín. Otra vez a las puertas de la final de la Champions, a un solo gol,
y un vestuario que mayoritariamente no supo (no quiso) aceptar las exigencias
de su entrenador, creándose un clima de tensión que acabó con su marcha.
En definitiva, es injusto valorar el paso
de José Mourinho por el Real Madrid sin contextualizar, trasladando la
situación actual del equipo (que le debemos a él) a la situación que había
cuando llegó, y eso es precisamente lo que se está haciendo desde que se fue.
El Real Madrid de hace tres años era un equipo acomplejado en Europa y sometido
al Barcelona, y hoy no es ninguna de las dos cosas. Ese es, sin ninguna duda,
el mayor de los éxitos de José Mourinho defendiendo nuestro escudo, y por eso y
muchas cosas más le estaré eternamente agradecido y deseando que algún día su
camino vuelva a cruzarse con el de mi equipo.
Obrigado, José.