Álvaro Arbeloa es uno de esos jugadores infravalorados por periodistas y aficionados pero necesarios para que un gran equipo logre sus objetivos. Futbolísticamente hablando, no es Cafú pero es un lateral derecho con garantías defensivas y que suele sumar en ataque. Es titular en el Real Madrid y en la Selección, y hace 4 temporadas lo era en el Liverpool. Palabras mayores. Por algo será.
Y es que Arbeloa es más que un jugador, es un "jugador de equipo". Un madridista de toda la vida que sabe como funciona el club, sus exigencias y la repercusión de lo que sucede en el campo. Un hombre que sabe que un vestuario unido es vital para lograr títulos (cosa que a otros a veces se les olvida) y pone empeño en que así sea. Un tío que no busca amistades con una prensa que no hace más que criticarle. Quizás no lo harían si durante los últimos años hubiese buscado influencias. Pero el bienquedismo no es lo suyo, lo suyo es defender los intereses del equipo aunque eso le cueste llevarse palos. No todos los jugadores son conscientes del poder de la prensa para mnipular y desestabilizar a un equipo, él lo es y lucha contra ello.
Es un capitán sin brazalete. Si la capitanía del Real Madrid no la decidiese la antigüedad, estoy seguro que sería uno de los tres capitanes, elegido por sus compañeros. Pero da igual que no tenga brazalete, representa al madridismo. Representa a esa corriente del madridismo (de la que cada vez formamos parte más gente) que no está dispuesta a tragar con el discurso del señorío y los valores, que no está dispuesta a poner la otra mejilla, que no está dispuesta a que su equipo haga lo que cuatro juntaletras quieran. Representa los verdaderos valores del Real Madrid: dar todo por el escudo y defender al club cueste lo que cueste. Por eso es tan importante el Espartano. Gracias, Álvaro.
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