“¿Por qué Obrevo? ¿Por qué Bussaca? ¿Por qué De Bleeckere?
¿Por qué Stark? ¿Por qué? ¿Por qué cada semifinal pasa siempre lo mismo?” “No
sé si es la publicidad a Unicef, no sé si es el poder del señor Villar en la
UEFA, no sé si es que son muy simpáticos, no sé, no entiendo. Enhorabuena por
un fantástico equipo de fútbol, pero enhorabuena por todo lo que tiene también,
que debe ser muy difícil de conseguir, ellos han conseguido este poder, los
otros no tienen ninguna responsabilidad”. “¿Por qué un equipo de esta dimensión,
un fantástico equipo de fútbol, necesita de una cosa que es obvia, que todos lo
ven?”
Esto decía José Mourinho el 27 de abril de 2011, hace poco menos de un año, tras haber sufrido un pésimo arbitraje en la ida de las semifinales de Champions ante el Barcelona. No hace falta que recuerde lo que pasó aquel día, es imposible que cualquier madridista haya sido capaz de borrar de su memoria tan desagradable sensación de frustración y de impotencia al ver que no se podía hacer nada, esa sensación de que ellos tenían que ganar como fuese, esa sensación de que todo estaba pactado, y sería peor tras el partido de vuelta, donde se volvería a repetir la historia.
Algunos nos rendimos ante él, había dicho en apenas 10 minutos de rueda de prensa lo que llevábamos pensando casi 3 años, había dicho públicamente lo que muchos sospechaban pero nadie se atrevía a pronunciar. Evidentemente, le costó caro, fue sancionado, está claro que decir lo que uno piensa en el mundo del fútbol está mal visto, lo que se lleva ahora es la hipocresía.
Mientras gran parte del madridismo secundaba y apoyaba las palabras de su entrenador, algunos decían que se había perdido el norte, que el Madrid y Mourinho habían caído en la paranoia y que insinuar que existía cualquier tipo de conspiración estaba fuera de lugar, que estas cosas no pasaban en el fútbol. Otros se reían de él y de sus palabras. Desde la satisfacción de escuchar las palabras de Godall y Perrin, ex-vicepresidentes del Barcelona en el mandato de Laporta, les mando un saludo a estos últimos.
Mientras gran parte del madridismo secundaba y apoyaba las palabras de su entrenador, algunos decían que se había perdido el norte, que el Madrid y Mourinho habían caído en la paranoia y que insinuar que existía cualquier tipo de conspiración estaba fuera de lugar, que estas cosas no pasaban en el fútbol. Otros se reían de él y de sus palabras. Desde la satisfacción de escuchar las palabras de Godall y Perrin, ex-vicepresidentes del Barcelona en el mandato de Laporta, les mando un saludo a estos últimos.
Y es que estas palabras, pronunciadas por culés y ex-miembros de la directiva del club son muy importantes, son la demostración de que obtuvieron mejor "saldo arbitral" mediante sus buenas influencias ante los que mandan en el fútbol. Me imagino las portadas de todos los diarios deportivos si algún ex-directivo del Real Madrid dijese que Santiago Bernabéu intentaba llevarse bien con Franco para que los árbitros tratasen mejor al Madrid. Me imagino indignación popular y peticiones públicas para que le quitasen al Madrid todos los títulos logrados por el equipo en esa época y le descendiesen a segunda división. Evidentemente, esto no ha tenido la misma repercusión, de hecho me parece sangrante la poca repercusión que ha tenido.
Godall dijo frases como estas: “En su día Joan Laporta lo tuvo clarísimo, "qué candidato
apoya Florentino, ¿a Gerardo González? Pues entonces yo creo que al Barça le
conviene apoyar a Villar", rompió incluso la disciplina de voto corporativo de
la LFP y yo creo que pasamos una época de buena relación con la Federación
Española, de buena relación con las entidades donde se cuecen, digamos, los
comités de árbitros, la competición, la Liga de fútbol… Creo que Laporta cultivó mucho y muy a fondo
las relaciones con estas instituciones, también a nivel internacional con la
UEFA, ECA, FIFA… Y creo que eso nos ayudó”. Y habló sobre las ventajas “a nivel
deportivo, cuestiones como el saldo arbitral, si hablamos de diferencia entre lances
favorables y desfavorables, y en comparación con los rivales”. Me gustaría destacar eso de "los rivales", ya que supone que sus influencias también obtuvieron recompensa en forma de malos arbitrajes contra el Madrid en Liga
durante el mandato de Laporta.
Perrín, por su parte afirma que Laporta pedía en las Juntas dejar a los árbitros tranquilos, pero que "igual ya se negociaba o se trataba en otros lugares". Y añade que "Son gestiones que se han de saber hacer. Hay que estar". Poco queda que añadir, todo lo han dicho ellos. Su estrategia consistió durante años en hacerle la pelota a los que mandaban para obtener trato preferente no sólo en España, sino en Europa. Más claro el agua y el que no lo quiera ver es problema suyo, que siga recordando a Franco si quiere, aunque ni siquiera viviese en aquella época.
Es algo que flotaba en el aire, que muchos veníamos diciendo y que en el fondo todos sabíamos. En los últimos años han pasado demasiadas cosas en partidos demasiado importantes como para no sospechar. Se me vienen a la cabeza muchas: lo de Stamford Bridge, la expulsión de Motta con el Inter en el Camp Nou, los dos arbitrajes en ida y vuelta de la semifinal de Champions del año pasado, la expulsión de Van Persie, la vuelta de los cuartos de la Copa del Rey ante el Madrid en el Camp Nou este mismo año (que parece que a muchos se les ha olvidado). Y algo que pocos destacan: aquella Liga que el Barcelona estuvo a punto de ganar gracias a un gol con la mano. Recuerdo más, pero no quiero alargarme, y seguramente algunas se me olvidan.
Cualquier día saldrá a la luz que el Barcelona decidió poner a Unicef en su camiseta para caer bien en la UEFA (Senes Erzik es mano derecha de Villar como vicepresidente ejecutivo de la UEFA y a su vez, director de proyectos de Unicef) y entonces, como ahora, nadie se escandalizará, parecerá hasta normal.
El año pasado todavía se pudo ver que el Barcelona disfrutaba del gran trabajo de influencia ejercido por su anterior presidente, y aunque este año se haya visto menos, esas cosas no se olvidan tan fácilmente. Aunque Rosell no lo esté cultivando como su predecesor, el Barcelona sigue cayendo bien, su protección mediática sigue intacta, y nada parece indicar que cualquier rival del Barcelona en Champions deba estar tranquilo.
Guardiola habla ahora de la Champions League como competición limpia, claramente insinuando que ahora que no le ayudan, la Liga no lo es (no es que le perjudiquen, es que no le ayudan, es que le tratan como a los demás. Se han malacostumbrado). Yo le preguntaría a Guardiola si esa forma de intentar obtener buen trato arbitral mediante poder en las instituciones más importantes del fútbol es una forma limpia de ganar títulos. A mí no me lo parece.
Y para terminar, tengo que decir que me parece lamentable que exista la posibilidad de obtener mejor trato por parte de árbitros y comités sólo por hacer la pelota a quién manda. Parece hasta normal, de hecho todo esto nace de una crítica a Rosell por no hacerlo. Es algo que no pasa sólo en el fútbol, el alumno que protesta por lo que considera injusto siempre recibió peores notas que el pelota que callaba en clase. Pero yo no pensaba, más bien, no quería pensar, que fuese tan fácil recibir buen trato en el mundo del fútbol como en un colegio de primaria.
P.D. Cómo diría Mourinho, el puto amo, el puto jefe: "A MÍ ME DARÍA VERGÜENZA"
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