Dije antes del partido que la sensación que una posible derrota dejaría en el madridismo sería impotencia, y así es. Sé que el partido dura 90 minutos, pero a diferencia del resto de los mortales, me voy a centrar en lo que ocurrió hasta el 65, cuando el Barcelona marcaba el tercero. De ahí al final sólo se vio a un Barcelona matando el partido y a un Madrid sin fe, descolocado y que pudo llevarse alguno más, hay que reconocerlo. Evidentemente, si la gente se va a quedar con esos 25 minutos el resumen es claro, nos pasaron por encima. Pero eso no sería justo. En los partidos suele ganar el mejor, y a los puntos el mejor ayer pudo ser el Barcelona. Eso sí, no fue una superioridad amplia, no fue un baño, no fueron mucho mejores. Fueron mejores en los detalles, supieron llevar el partido a su terreno, estuvieron más acertados de cara al gol y su planteamiento del partido funcionó.
A parte del gol, el principio del partido fue el esperado, un Madrid que presionaba e intentaba robar arriba para pillar descolocada a la defensa culé. Eso duró 15 minutos, hasta que el Barcelona, tras reponerse del mazazo, se encontró con lo que buscaba, superioridad en el centro del campo para hacer su fútbol. Pese a ese dominio, al Barcelona le costaba crear ocasiones, la más clara llegó porque Ramos se escurrió, y a parte del gol no generó peligro en la primera parte. Bien es cierto que el Madrid tampoco tuvo demasiadas. Eso sí, Cristiano tuvo en sus botas el 2-0 en una ocasión que no suele perdonar. Después del empate, esperaba un bajón por parte del Madrid que no llegó, no se descompuso y no hubo avalancha culé antes del descanso. De hecho, en ese cuarto de hora el equipo apretó bastante, para mí siendo superior a su rival, pero faltó precisión para llegar al área contraria.
A parte del gol, el principio del partido fue el esperado, un Madrid que presionaba e intentaba robar arriba para pillar descolocada a la defensa culé. Eso duró 15 minutos, hasta que el Barcelona, tras reponerse del mazazo, se encontró con lo que buscaba, superioridad en el centro del campo para hacer su fútbol. Pese a ese dominio, al Barcelona le costaba crear ocasiones, la más clara llegó porque Ramos se escurrió, y a parte del gol no generó peligro en la primera parte. Bien es cierto que el Madrid tampoco tuvo demasiadas. Eso sí, Cristiano tuvo en sus botas el 2-0 en una ocasión que no suele perdonar. Después del empate, esperaba un bajón por parte del Madrid que no llegó, no se descompuso y no hubo avalancha culé antes del descanso. De hecho, en ese cuarto de hora el equipo apretó bastante, para mí siendo superior a su rival, pero faltó precisión para llegar al área contraria.
Me hace mucha gracia escuchar que el Madrid tendría que haber intentado que ellos no tuviesen el balón en el centro del campo. El Barcelona juega con Busquets, Xavi, Iniesta y Fábregas en el medio, y Messi y Alexis también bajan a recibir. Evidentemente, si tienen superioridad numérica en esa zona, tendrán más el balón, sería imposible que no lo tuviesen. El Madrid no puede pretender quitarle el dominio en el centro del campo al Barcelona teniendo inferioridad numérica ahí (inferioridad que con un trivote también habría tenido, por cierto), y no lo buscó. No me parece mal, cada equipo tiene sus medios y hoy por hoy esa no es la forma en la que se le puede ganar al Barcelona. Pese a eso, la magnificada posesión acabó bastante igualada al llegar al descanso.
Después del descanso, el Madrid volvía a lo que imponía la lógica, presionar lo más posible e intentar salir rápido, pero a los 10 minutos hubo un par de errores en las marcas, generadas por la posición más adelantada de Alves, que hizo que tocasen con más libertad y merodeasen con peligro el área en un par de ocasiones. En una de ellas el balón sale rebotado (Coentrao corta un pase a un jugador que estaba en fuera de juego, nadie ha dicho nada pero debió anularse la jugada) y la historia ya nos la sabemos, Xavi empalma, el balón da en Marcelo y se cuela llorando pegado al poste, por el único sitio al que no puede llegar Casillas. El partido se rompe, pero no se acaba. Fue un golpe difícil de encajar, no sólo por el gol, sino por la forma de encajarlo. El fútbol es un deporte y los deportes son mente también, y en estas situaciones se nota. Pese a ello, el Madrid tuvo un par de acercamientos en los siguientes 10 minutos que pudieron volver a cambiar el partido. La salida de Kaka’ fue positiva para el equipo y parecía que se podía empatar. Lo tuvo Cristiano en su cabeza, pero incomprensiblemente el balón se marchó fuera. Prácticamente después, con el Madrid volcado, Fábregas culminó una contra y fin del partido.
No voy a dudar en decir que al Madrid le faltan cosas, sobre todo madurez y confianza. Perder el miedo. La madurez sólo se consigue con tiempo, es un equipo joven y hay que dárselo. La confianza sólo se puede ganar de una forma: dando un puñetazo sobre la mesa en un partido como el de ayer, pero habrá más ocasiones, está claro.
Dije que esta vez no quería hablar del árbitro, pero me siento obligado a dedicarle el párrafo que sé que otros no le van a dedicar. El Barcelona tiene suerte y “suerte”. Soy de la opinión de que cuando a un jugador le expulsan por doble amarilla, ninguna de las dos deben ser por protestar, me parecen expulsiones muy baratas (como las que suele sufrir nuestro equipo, por cierto) y por eso pienso que los árbitros deberían pensarse más sacar ese tipo de tarjetas. Es decir, me habría parecido barata una expulsión a Messi. Dicho esto, si has establecido un criterio en el partido, no puedes cambiarlo después. Si le sacas amarilla a Xabi Alonso por una entrada casi igual a la que él recibe pocos minutos más tarde por parte de Messi, las dos las debes castigar de igual forma. Y a Xabi le enseñó la amarilla y a Messi, por ser la segunda, no. Eso no puede ser. Ya he dicho que el segundo gol del Barcelona no debió subir al marcador, porque Coentrao despeja un pase que va dirigido hacia un jugador que está bastante adelantado. Difícil de ver, sí, pero también hay que añadirlo al cupo de errores, y a mi entender es una jugada bastante decisiva.
A Alexis le perdonaron una amarilla por un control con el brazo, luego le sacaron otra. A Piqué (y me da igual que fuese en el minuto 93), le perdonaron la expulsión (segunda amarilla) por una falta a Cristiano Ronaldo cuando se colaba en el área. Y para terminar, el Barcelona tiene la “suerte” de que Alves (qué cosas, que caprichoso es el fútbol, mismo escenario, misma persona…) puede hacer una entrada con la plancha, TOCAR al jugador rival y no se pite ni falta. Creo que no hace falta recordar la causa de mi indignación.
Fin del capítulo arbitral, voy con la afición. Estamos jodidos, es la palabra que mejor lo define y es normal, pero este es el momento en el que se demuestra quién está en el carro y quién no. Los pseudomadridistas que se bajen, pero que cuando las cosas vayan bien no pidan hueco. Odio el ventajismo. Cristiano Ronaldo ha tenido el partido en sus botas y en su cabeza, sí. Se puede decir bien alto que falló. Pero no se puede silbar e insultar a un tío que desde que llegó va prácticamente a gol por partido. Que ayer no estuvo bien, vale. Que en los partidos contra el Barcelona no suele brillar, vale. Pero si vuelve a meter un gol decisivo como el de la final de la Copa del Rey luego que no venga ninguno de los que hoy le ponen a parir a decir que es el mejor del mundo. Eso no.
¿Golpe moral? Sería lo normal, habrá que ver la reacción del equipo en los próximos partidos. Ahí se verá como ha afectado esta derrota moralmente a los jugadores y para eso está el entrenador, el mejor entrenador del mundo (no me voy a cansar de decirlo), para que no se vengan abajo y levanten la cabeza. Porque como siempre digo:
NO ES MÁS GRANDE EL QUE MENOS VECES CAE, SINO EL QUE MÁS VECES SE LEVANTA
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