No es un partido cualquiera. Ayer se jugó posiblemente el partido más intrascendente de la temporada, y en apenas 48 horas se juega uno que puede marcar el futuro del equipo. Y sólo hablo de moral, pero es que el fútbol, como todos los deportes, no es sólo físico, es mental. Ganar daría una confianza y fortaleza mental al equipo que vale más que los 3 puntos en juego. Perder crearía cierta impotencia en los jugadores y en gran parte de los aficionados.
En estos dos días que quedan para preparar el partido, Mourinho no tiene que motivar a los jugadores, en estos partidos no es necesario. Su reto es hacerles creer en la victoria, que se crean capaces de ganar al Barcelona, contra el que han caído demasiadas veces en los últimos años. Ha habido una evolución, da la sensación de que su proyecto ya llegó a la cima y ahora está cayendo, y de que es nuestra hora. Que nuestro momento se acerca. Y es hora de demostrarlo.
La táctica rival en la batalla mental previa al partido es la que hemos visto otras veces. Quieren que el Madrid se confíe. Dicen estar a 6 puntos cuando están a 3, porque ellos han ganado su partido de la jornada 17 y el Madrid aún lo tiene que jugar. Quieren euforia madridista, y eso es lo que hay que rebajar. Las 15 victorias consecutivas y los récords en Champions y Liga son buenos, a todo el mundo le gusta batirlos y demuestra que este equipo va a quedar para la historia, pero no conviene inflarse, ni pensar que el partido del sábado va a ser fácil. Hay que saber marcar bien la diferencia entre confiar y confiarse, y estoy convencido de que Mourinho lo sabrá hacer, sabrá hacer al equipo confiar sin confiarse, por algo es el mejor entrenador del mundo.
Este equipo ha generado en los aficionados la ilusión que se veía venir desde la pretemporada. Ilusión y confianza en un proyecto que parece más sólido que el año anterior, pero que también tendrá sus momentos difíciles.El Madrid es un equipo grande, pero que a nadie se le olvide que viene de atrás, que está cogiendo impulso para volver a situarse en la cresta de la ola. Este partido es una oportunidad para dar un puñetazo encima de la mesa. En la Supercopa el equipo estuvo más cerca que nunca, por más que la prensa protectora culé haya querido disfrazarlo durante meses. Es una oportunidad para comenzar a cerrar bocas, para que no tengan mantas suficientes para tapar lo poderoso que está haciendo Mourinho a este equipo.
Espero no tener que hablar del árbitro el domingo, de verdad, porque no hay nada que me enfade más que tener la sensación de que si el árbitro no se hubiese equivocado en contra de mi equipo se habría logrado un resultado mejor. Y esa sensación, por desgracia, la he tenido en más de una ocasión en los últimos enfrentamientos contra el Barcelona. (He sido muy diplomático en estas dos últimas frases, quizás demasiado) De momento, no quiero pasar por alto la primera situación que me molesta, y que nadie se ha ocupado de resaltar en prensa ni en ningún sitio. Este partido se juega en sábado, así lo deciden las televisiones y hay que acatarlo...o no. El Barcelona el año pasado no lo acató y consiguió que el primer clásico se jugase un lunes, porque esa semana el Madrid jugaba el martes en Champions y ellos el miércoles, por lo que habrían tenido un día menos de preparación. Y aquí viene el primer "¿por qué?" del año, y espero que sea el último (el tema de provocar tarjetas tiene todas las papeletas para ser el segundo, en el momento en que sancionen al Madrid...): ¿Por qué el año pasado se puso el partido el lunes y este año, en el que la situación es a la inversa, se juega en sábado?
En resumen, espero que los madridistas disfrutemos del partido, sin polémicas y que el Madrid gane. Para poco a poco volver a aquellos tiempos en los que ellos corrían detrás de nosotros, sin alcanzarnos por más que intentasen tirar de nuestra camiseta. ¡HALA MADRID!
No hay comentarios:
Publicar un comentario